Buscando notas y palabras

"Until only the righteousness prevail"


Resulta triste ver el alto porcentaje de gente que malinterpreta el verdadero significado de tan importante capacidad de las personas humanas: la libertad. Es muy frecuente que me digan, por ejemplo, cosas del tipo "yo prefiero vivir en un piso en lugar de un colegio mayor como el tuyo porque tú tienes que comer siempre en un horario fijo, te presionan para que estudies, tienes que volver a una hora determinada por la noche, no puedes quedarte durmiendo por la mañana, etc. Yo en cambio tengo más libertad para comer cuando quiera, estudiar si quiero, o volver por la noche cuando me apetezca".

¿Cuántas veces te has tirado un día entero de verano tirado en u
n sofá o en tu casa sin hacer nada y luego haberte arrepentido de no haber aprovechado el tiempo? ¿Qué es, lo que tú querías hacer? Es más libre quien más puede realizar sus deseos y hacer lo que quiere. A mí, particularmente, me gustaría llevar, entre otras cosas, una vida ordenada: comer bien todos los días y en un horario regular, acostarme a una hora prudente pensando en el día siguiente y el ritmo de vida. Ir a clase todos los días y poder estudiar para aprender, saber, y sobre todo no derrochar el dinero de mis padres. Si yo viviera en un piso, podrían haber días que no comiera, no fuera a clase por pereza de levantarme. Podrían haber días que me acostara tardísimo. Podría tirarme todo el año sin dar golpe en el estudio (ya sé que yo no soy un buen ejemplo para decir esto último, pero estoy hablando en general).

Todo esto, ¿lo haría siendo realmente libre? Parece ser que no, sino todo lo contrario. Sería un auténtico esclavo, esclavo de mis apetencias, de mi pereza, de mis impulsos, de mi naturaleza humana y animal. Yo, viviendo en mi colegio mayor, vivo la vida que Yo quiero, no la que mi cuerpo quiere. Y, por tanto, soy más libre que cualquiera que malinterprete la libertad de tan equivocada manera.

Esta misma malinterpretación afecta de igual forma a la crisis de valores, de conocimiento y verdad, en la que actualmente vivimos:

¿La existencia de unos valores objetivos va necesariamente en contra de la libertad de de las personas y de sus conciencias?

Conviene aclarar la realidad de que existe una perfecta compatibilidad (casi dependencia) entre la existencia de unos valores objetivos y la libertad de las personas. Parto de que en este ámbito el principal rasgo de la persona humana es la libertad. No es difícil llegar a la conclusión de que una eliminación de los valores objetivos conlleva, en último termino, a negar al propio hombre.

En este campo, convivimos actualmente con la posición post-moderna / relativista predominante. Esa posición, caracterizadora de la propia crisis de la modernidad, consiste en la negación de la existencia de valores objetivos, es decir, externos a la subjetividad de la persona y válidos por sí mismos, y se basa en la imposibilidad de que los principios morales tradicionales superen un juicio de racionalidad, entendida como la razón teórica, propia de la lógica y de las ciencias naturales.

Volviendo la mirada a nuestra época, podemos afirmar que a menudo se entiende hoy la libertad en términos de total autonomía. Se la ve como la base única e indiscutible de nuestras opciones personales y como autoafirmación a cualquier precio. Algunos, como Jean Paul Sartre, creen que nuestra libertad crea los valores, y que la libertad misma es el valor supremo. Esta teoría tiene dos contradicciones implícitas. En primer lugar, Sartre dice que la libertad en un valor absoluto, mientras sostiene que todos los valores son relativos. En segundo lugar, considera que el individuo es el creador de todos los valores y, al mismo tiempo, que la libertad debe ser el valor más alto para todos. Si alguno no está de acuerdo con esto, obviamente está equivocado. Como siempre, el relativismo degenera infaliblemente y se convierte en dogmatismo.

La extendida ignorancia no atiende, ya sea por comodidad o indiferencia, al verdadero significado y función de la palabra “libertad”. Malinterpretada por tanto como la posibilidad de hacer lo que nos venga en gana, nos apetezca, sin restricciones, es confundida entonces con el libertinaje cuando su significado dista enorme (y afortunadamente) de dicha palabra. La libertad no consiste en seguir ciegamente nuestros impulsos, sino en el autodominio. Podríamos pensar que somos libres cuando en realidad seríamos esclavos de las cosas: de nuestros apetitos, de nuestras pasiones, de la opinión pública, de las modas, del qué dirán.

Por el contrario, es el conocimiento -es decir, la verdad- el que nos libera dejando de ser esclavos. Cuando conozco me libero de la duda, de la ignorancia y del error, y adquiero una mayor capacidad para tomar mejores decisiones. Para ser verdaderamente libres hemos de cultivar la adhesión incondicional a la verdad, y la verdad es la que define los valores objetivos.

La libertad necesita, por tanto, de los valores. Ella sola me ofrece únicamente la posibilidad de actuar, mientras que los valores -la verdad- me dan la razón o el motivo para actuar. Si soy totalmente libre, pero carezco de valores, ¿qué haré? Mi libertad no me lo dirá. Simplemente me responderá: «Puedes hacer cualquier cosa». Mis valores son los que me moverán, los que me dirán: «Haz esto. Esto es bueno; es correcto; es importante». Los valores son los que atraen mi voluntad; la libertad permite que mi voluntad se mueva hacia esos valores, hacia la verdad. Mi voluntad desea y, porque es libre, es capaz de ir en busca de sus deseos.

2 comentarios:

En parte comparto gran parte de lo que dices. En parte no, porque considero que la libertad es el valor más importante, algo en el que no hemos reparado. Por lo demás, me ha parecido estupendo. Ya hablaremos. Nos vemos en la convi de viejos.

No pretendía dar a entender nada que fuera despreciar la libertad, si lo he hecho dime dónde!