Buscando notas y palabras

"Until only the righteousness prevail"

Improv Everywhere es un grupo neoyorquino de cómicos y actores que realizan performances en espacios públicos de manera totalmente inesperada causando el bloqueo y disfrute de las personas que pasan por la zona.







Pero no sólo las personas que se encuentran allí en el momento puntual son las privilegiadas de observar la escena. El fin del proyecto es dirigirse a un público que abarque toda la red. Por ello graban todo con detalle y más tarde editan vídeos que cuenten y muestren las "misiones", que es como lo llaman ellos.


Por tanto, la labor artística y de trabajo consiste prácticamente en los vídeos. Es lo que el gran público ve. Son el formato multimedia mayoritario, y por tanto el soporte web predominante es Youtube, además de su blog.






No tiene navegación entre sus nodos concreta, todo se une en su canal de Youtube o su blog, el único fin es la producción de los vídeos.


Aquí tenemos un ejemplo de cómo se concreta uno de sus proyectos. Este caso consistía en crear una sinfonía de melodías de móviles en una biblioteca.



Globalmente me parece una simpática y muy buena idea de ver las cosas de otro modo, y de crear situaciones y experiencias curiosas, tanto para el público como para los que gastan las bromas. Es una manera de encontrar la diversión en pequeñas situaciones cotidianas y en lugares que nunca pensaríamos, una estación de tren, una librería...

Muy mal escrito, este relato lo hice hace casi cuatro años, cuando quise describir mi primer viaje en autobús por Pamplona. Aquí lo dejo:


Iniciada la tarde, el número 4 pasó tras unos diez minutos de espera por la parada de la Clínica Universitaria. Fue entonces cuando me aventuré a subir y empezar mi trayecto hacia la Plaza Merindades.


Me situé en la parte delantera y ligeramente me di la vuelta para observar a las personas que había y fijarme en sus rostros. Dos jóvenes que bien podían ser estudiantes hablaban entre ellos sentados juntos en la zona trasera. Ambos tenían el pelo oscuro y uno de ellos parecía tener origen sudamericano por sus rasgos y acento. Los dos iban en camisa. A su izquierda una chica contemplaba el paisaje quieto a través del cristal. Tenía el pelo relativamente corto y castaño, y llevaba una rebeca blanca abierta. Mostraba una mirada seria, casi desanimada. En el medio del vehículo un hombre mayor y bajito se sentaba en la parte derecha junto a la ventana, unos dos metros detrás de mí. Su pelo era blanco espuma, y el semblante reflejaba cierta desconfianza, una aprensión ante el viejo mundo que lo rodeaba.




Antes de que el autobús se pusiera en marcha subió una chica más. Debía de tener más o menos la misma edad que la otra. Era rubia y con el cabello más largo que la otra. Los auriculares blancos de su mp3 le colgaban del cuello. Se sentó a mi altura en la parte izquierda, como siempre al lado del cristal.


Al llegar a la próxima parada se bajó el señor mayor. Ya no había teces semiarrugadas a bordo. Un ligero silencio lo despidió. Las personas lo contemplaban con una mezcla de compasión y misterio en esos instantes.


La situación permaneció constante durante dos paradas, en las que ni subió ni bajó nadie. La chica de la rebeca blanca empezó a hablar por el móvil en voz baja. Los jóvenes habían dejado su conversación y miraban hacia los lados, silbando en ocasiones. La que iba con los cascos ni se inmutó.


En la siguiente parada la escena experimentó un giro sustancial y a la vez muy desapercibido para las personas desatentas. Fueron unos niños acompañados por su madre lo que más atrajo mi atención y despertó mi interés. Eran dos y tendrían unos cuatro y cinco años respectivamente. Entraron y se quedaron de pie junto a su mamá, que les daba una mano a cada uno. 


A partir de ese momento se podía apreciar, con sólo mirar hacia atrás, la diferencia en la actitud entre los niños y los adultos. Todos parecemos esperar siempre a algo, sin saber realmente a donde vamos o cuando viviremos ese algo a lo que esperamos. Aquellos chiquitines señalaban a cualquier cosa que tenían delante, reían y parecían querer jugar con todo, hablando con ilusiones, futuras o presentes. Los niños siempre encuentran una aventura en cualquier situación en la que se encuentren, y son los más conscientes del momento en el que están, mientras nosotros esperamos más de lo que vivimos.


Proseguía el trayecto y los niños hablaban utilizando nombres que debían de pertenecer a series de dibujos animados o videojuegos, relacionándolos con ellos y con objetos del autobús. La chica de la rebeca blanca dejó de hablar por el móvil y continuó jugueteando con él. Así se sucedieron varias paradas, entre las que se salió nuestra pasiva compañera del mp3, mientras se incorporaba un hombre de pelo oscuro y algo canoso, que tendría unos 45 años y se sentó delante de los jóvenes. También se puso a hablar por teléfono, hasta pocos momentos antes bajarse.


Así llegué a mi destino, en donde salieron también los jóvenes y la chica de la rebeca blanca. Los niños continuarían con su pequeña aventura, mientras yo esperaba en la acera de enfrente mi viaje de vuelta bajo una tarde gris.