Ahora mismo son las 23.40 (me refiero a la hora que he empezado a escribir, la vuestra no sé, depende de cuando la lea cada uno). Estamos a miércoles 22 de diciembre. Llevo en casa (la casa en la que vivo con mi familia, no el Colegio Mayor, que también es mi casa), desde el viernes 17.
Hm...
Demasiado paréntesis en el anterior párrafo.
Estoy contento, bastante contento. Os puedo contar muchas excusas para estarlo. Mi hermano Álvaro, de 14 años, empezó a tocar la guitarra a finales de este verano. Este semestre ha estado tocando mucho; es la primera vez que alguien a quien animo tocar lo consigue hacer durante tanto tiempo y con tanta constancia. Eso significa mucho para mí, pero al margen de eso, Álvaro tiene mucho futuro, y una guitarra nueva bien merecida.
Os dejo un cortito vídeo que subimos ayer de una de las primeras cosas que aprendió en la guitarra.
Jorge, Jorgito, de 11 años, también ha empezado, pero hace un par de días, con el bajo. Tiene mucho tiempo todavía. Con que toque un poquito ya me doy con un canto en los dientes (no literalmente que me hacen falta). A ver si Paco y Enrique aprenden de ellos.
Pablo ha llegado de San Sebastián manejando bastante bien el diabolo, otra novedad. Mamá este semestre empezó un blog y Papá ha subido unos cuantos vídeos suyos a YouTube. Como podéis ver, me encanta que gente cercana a mí tenga sus aficiones propias y por otro lado las comparta. No sé por qué muy bien, la verdad, pero me pasa.
Estoy sentado en el sofá del sótano de casa. Álvaro juega a la Wii, a un Super Mario nuevo; juego que me trae casi tantos recuerdos como volver a mi propia casa de Marbella por Navidad.
¡Uno de estos días llegará la cámara de vídeo nueva! Cada vez estoy más metido en YouTube y presiento que va a ser una parte importante de mi tiempo y mente empleados los próximos años...
Mañana tengo reunión de antiguos alumnos en el Colegio Ecos con los profesores. Una de las cosas por las que estoy contento es porque ahora más que nunca soy capaz de apreciar a los profesores que tengo y he tenido. Son la caña todos.
Os voy a dejar también la última canción que compuse en el piano :)
Poco más se me ocurre de momento. A ver si consigo escribir más, que me hace falta.
Feliz Navidad a todos :)
¡Muy buenas!
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Ahora mismo es el típico momento en el que al escribir sólo eres capaz de hablar sobre la típica reflexión sobre el tiempo. A escasas 5 horas de comenzar de nuevo -y por última vez en mi vida- los exámenes finales del 1º Semestre. Es verdad, a veces sólo se puede pensar en lo rápido que se te pasa esto, en cómo te imaginabas tan lejano el 4º Curso y los cortometrajes, de los que tuvimos el visionado el otro día...
El encanto de esta sección supongo que está en haberlo vivido, pero supongo que salvo que aparezcáis propiamente en el cuento, lo importante es que os haga recordar situaciones parecidas a vosotros, que todos tenemos.
Como siempre, empiezo la sección con el recuerdo que, después de muchos y de haber pensado la idea de esta sección, ya me hace decidirme.
El que se me ha ocurrido hoy y ha colmado el vaso es el día del estreno de la tercera entrega de "El Señor de los Anillos", sobre el que sobra comentar mi opinión (no hay más que ver el diseño de este blog). Aquel día se me dibujó una sincera sonrisa que vuelve a mi cara cada vez que lo recuerdo. Luis Cavanna Sánchez, que hoy más que ningún día será llamado Sithel, tuvo conmigo uno de los detalles más cañeros que me han hecho nunca. Me llega un SMS: "he reservado dos entradas para el Retorno del Rey ;)"
Y allí, en el mejor sitio de la sala, vi junto a Luis la batalla de Minas Tirith, la última marcha de los Rohirrim, la destrucción del anillo y la caída de Sauron. Como pasa en el cine, cuando una película como esa acaba, han acabado los casi cuatro años en los que Frodo y Sam se preparaban para seguir su camino en la "siguiente película", que ya no habría. Y el día que acaba una historia de cuatro años es un día especial, y es muy valioso el recuerdo de cómo tu amigo te regaló la mejor tarde posible para ese día. La valiosa espontaneidad de decidir compartir ese momento con un amigo friki que siempre se coge al mismo personaje en todos los juegos de rol. Pues mola. Gracias Sithel ;)
Susana López de Miguel, mi mamá, se ha pasado gran parte de este verano pintando en la pared del comedor de mi casa una increíble imagen del Señor de los Anillos. Puse la foto en Facebook y fue la más "gustada" y comentada de todo el año si no me equivoco. No se merece menos, aquí os la dejo (Click en ella).
El videoblog de este verano en U.S.A sigue cronológicamente. La segunda entrega de dos vídeos corresponde a Julia hablando en nuestra estancia en una casa en Northern Virginia y comentarios durante la visita a Colonial Williamsburg, respectivamente ;) Un saludo!
Hoy, a 15 de octubre, comienzo a publicar los vídeos de mi viaje por los Estados Unidos de este verano, y os dejo con los dos primeros: llegando en el avión desde Madrid a Philadelphia, y esperando en la terminal del aeropuerto de Philadelphia justo antes de llegar a Nueva York ;) Carol, no me mates!
Como siempre, después de tanto tiempo sin escribir por aquí, creo que lo mejor es poner lo primero que se me venga a la cabeza. Y lo primero que se me ha venido es una historia que me ocurrió de pequeño, muy pequeño. Cursaría 4º de primaria supongo. Aquella mañana estaba desayunando cereales con leche en mi casa.
Eran Golden Grahams. Me encantaban. Con leche fría.
Cuando empecé a echarlos en el bol vi que los cereales estaban cubiertos por unas bolitas rojas. Muy pequeñas. Más pequeñas que las hormigas. No recuerdo que pensé, pero por descarte debió de haber sido algo como un "bueno".
Llené el bol de Golden Grahams, y luego de leche. Un poco de azúcar por encima (por cierto, el azúcar sólo afecta a las dos o tres primeras cucharadas, luego se cae). Y enconces, a comer.
Ya llevaba la mitad, cuando... seguí.
Ya me quedaba poco, cuando me fijé en un detalle sin importancia.
Las bolitas se movían :)
-The End-
P.D: Estuve varios años sin apenas probar Golden Grahams, y aún después de mucho tiempo, jamás los he vuelto a ver de la misma manera.
P.D II: Ese día aprendí que efectivamente existen bichos más pequeños que las hormigas.
Desde un bonito hotel en Carolina del Norte. 22.20 de hora local. El único día hasta ahora (desde que salí de España el 13 de julio) en el que me he podido sentar sin estar en una caravana, para poder escribir un rato en el ordenador. Todo esto me libera de la culpa de romper la promesa que hice de escribir todos los días en mi blog durante mi estancia en EE.UU. ¡No es una excusa! El primer mensaje que recibí de Chris (el jefazo) al llegar a Nueva York: "Nos vamos de viaje de 7 a 10 días (al final serían dos semanas y espero que no más) entre el quinto y sexto pino. Es obligatorio".
Una semanita aterrizando y recordando New York no estaría mal... pensé. Pero como para quejarse, porque la verdad, por mí genial. Lujo "obligatorio": estoy viajando por los Estados Unidos en una caravana, parando en todos los sitios interesantes, yendo tanto por parques de atracciones como por ciudades antiguas o museos, con muy buena compañía, americana y española... aprendiendo inglés... y lo que todos estabais esperando: sí, todo pagado.
Resumiendo el viaje de ida (cuyo interés por la novedad del destino queda anulado al ser la segunda vez), os cuento brevemente en qué consistió, saliendo el 13 de julio:
-De Marbella en coche a Málaga. Me llevó mi madre muy prontito (aprovecho para agradecer el esfuerzo a mi mamá)
-De Málaga a Madrid en AVE. Salía a las 7.10 y llegaba a las 9.40. La película era Sherlock Holmes, la nueva. Estuvo entretenida y para lo que podrían haber puesto no está nada mal.
-De la estación de trenes de Madrid a barajas, en Taxi (Otro año más que paso de enterarme de cómo se va en metro). 27€. Llegué a Barajas a las 10.10 aproximadamente. Y como no, demasiado pronto, que todavía estamos en España para ser tan puntuales. (Ejem ejem, Carol). Quién me mandará...
-Del aeropuerto (que no aereopuerto), de Madrid, a Philadelphia. La parte larga, unas 9 horas. Mucho mejor el avión del año pasado, de la compañia Swiss, que este de US Airways, pero bueno. No os cuento anécdotas de pasta con leche esta vez, ni de chocolatinas gratis. De todas formas, Carol ya se encargó de que tuviera algo que contar. En la parte central del avión hay 4 asientos. Carol y yo estábamos en los dos centrales. A su izquierda, Carol tenía a una señora bastante mayor, que en un momento (después de comer) se encontraba leyendo un libro, con su bandeja de la comida desplegada. Entonces pasó algo que me costará contar por escrito bien, y que no será lo mismo que vivirlo, pero:
Carol me dice: "voy a ponerle mi bolsa de basura en su bandeja".
Entonces, en lugar de pedirle a la pobre señora si podía dejar la basura en su bandeja, coge y se la intenta colar "sigilosamente" por detrás del libro, sin decirle nada. Si supierais lo absurda que es esta idea (porque la otra por supuesto veía a Carol desde el principio y un libro NO TE IMPIDE VER UN BRAZO CON UNA BOLSA), os quedaríais igual de sorprendidos que yo.
Por supuesto la señora vio a mi compañera de viaje y la miró frunciendo el ceño. Carol se asustó y para rematar la jugada derramó la coca-cola de la señora, que no entendía nada de lo que estaba pasando. Por si fuera poco, en lugar de pedirle disculpas o seguir hablando con ella, se gira, me mira y empieza a reírse a sus espaldas, lo que desató completamente mi risa también, después del momento tan ridículo. La pobre señora se debió de pensar que estábamos metiéndonos y riéndonos de ella... y eso... tenía más gracia todavía.
-En Philadelphia esperamos unas 5 horas en el aeropuerto hasta el siguiente vuelo. Aquí aprovecho para reflejar mi envidia sana hacia Carol, que al igual que Lucía tiene la perfecta capacidad de dormirse en cualquier sitio. El control de aduana para nosotros fue ligeramente distinto. Me enseñaron que había que decir siempre, si te pregunta un guardia, que vas a los EE.UU por "turismo".
-Buenas tardes señor, ¿cuales son sus motivos de visita a Nueva York?"
-Emm... ¡Turismo!
-Ahá, turismo... ¿Viviendo en el Bronx? (a tomar por saco el turismo).
-Bueno... por las mañanas un voluntariado...
Zas, a segunda inspección los dos, en sospecha de hacer algo ilegal. Nos tuvieron media hora en la oficina esperando. Hablando de qué pasaría al quedarse en Philadephia, de robar para comer, de pedirles que bajaran el aire acondicionado en la oficina, de salir corriendo sin el pasaporte para que pensaran "¿pero estos son tontos?" No podíamos aguantar las risas y el policía nos tuvo que mandar callar porque se pensaría que nos estábamos metiendo con él también. Qué mal pensada es la gente.
-Al final pudimos salir. De Philadelphia a Nueva Jersey en avión, duró una horita sólo.
-De Nueva Jersey (Newark) a Nueva York (Manhattan - Penn Station) en Tren. 15$ para empezar a recordar ya sitios y situaciones del año pasado.
-De NY Manhattan al Bronx en Metro... East 180. Bajar las malditas escaleras de la estación con las maletas. Las aceras para llegar a la casa. El puente. La gasolinera a la derecha. La minitienda de "fast food"... y finalmente, la casa, la LifeHouse.
No habían chicos americanos esta vez. Nos recibieron españoles sólo. Qué poquito inglés voy a aprenderrrr... pensé. Pero ahora estoy hablando más y mejor que nunca, bieeen.
El miércoles 14, reencuentro efusivo con Julie y Liz, que son encantadoras por decir poco. Por la tarde, intento fallido de cambiar los euros por dólares. Al día siguiente ya si eso... El caso es que el resto de la tarde estuvimos Carol y yo por Manhattan, en Starbucks, Madison Square Garden, viendo el final de un concierto que había hecho muy buen ambiente de tarde - noche americana en Nueva York, con una temperatura muy buena... "Hagamos tres tiendas YA".
El día siguiente levantada a las 6.15 a.m. para no acostumbrarse. Trabajo en una nueva calle: Austin St. Frente a otra clínica abortista. Mi intervención estelar de saludar con un "hello!" a una chica que entraba sin remedio hizo salir del coche a su novio: un ex-presidiario de metro noventa que le faltó que le dijera que me gustaban sus gafas de sol mientras me amenazaba para que dejara de ser una amenaza y se armara a puños. Eh, cuidado que soy cinturón amarillo de Taekwondo, y ya tengo suficiente con la herida de mi pie (que por cierto, va muy bien).
Por la tarde en Manhattan de nuevo, viendo de pasada Times Square, que tiene más luces y anuncios que nunca (bueeno, que el año pasado).
Y el viernes, de viaje por fin. Chris nos vino a recoger en la caravana, diciendo que nada de maletas grandes o duras para que viajáramos ligeros.
Y estoy en mi habitación. Pocos días les quedan a mis teclados, las fotos en las paredes, los pósters del Señor de los Anillos, la ropa en los armarios, todo. El domingo vuelvo a casa, y me llevo conmigo un curso 2009-2010 que fácilmente ha sido de los períodos más intensos de mi vida. Muy denso, con mucho positivo que he sacado, y que me queda por sacar todavía. Lo bueno de esto es que por mucho que sea, no me va a pesar costar nada llevarlo en el viaje. No ocurrirá lo mismo con los teclados y las maletas, que me hacen dudar de mi vocación musical o plantearme pasarme a la flauta cuando tengo que cargar con mis queridos instrumentos en el tren.
Hoy me he tumbado en la hierba. 6 horas después, sigo lleno de hormigas.
Introducción. Del deber ser comunicativo del Arte y el deber ser artístico de la música.
Contar historias. Con el Arte lo hacemos, o somos capaces de hacerlo, de muchas maneras, más sutiles que simplemente decirlas o explicarlas: las expresamos, y la expresión es hipónimo de comunicación. Es decir, el arte de verdad siempre supone comunicación, y no se puede dar el primero si no hay segundo.
Gracias al Arte podemos expresar incluso sin siquiera ser capaces nosotros mismos de explicar con palabras “qué es lo que queremos decir”. Simplemente nos interesa (de “intención”) mostrar una historia, expresar “eso”, lo que ves u oyes, no lo que “quieres que te explique”. El Arte no serviría si tuviéramos, o pudiéramos traducir todo el contenido de nuestra expresividad intencionada a palabras. El profesor Manuel Martín Algarra lo describe así respondiendo a la pregunta: “¿Qué quería decir Picasso con el “Guernica?” Picasso dijo “lo que dijo”.
Asimismo, Martín Algarra, en su libro “Teoría de la Comunicación: una propuesta” explica los requerimientos para que en una situación se dé la comunicación. Así, no existe la misma si no se cumplen, entre otras, dos cláusulas mínimas: Expresión e Interpretación. Podemos hablar así de la doble dimensión de la acción comunicativa: por un lado la expresión intencionada de un contenido por el emisor, y la interpretación de mismo por el receptor.
Por lo tanto, al suponer el Arte necesariamente una acción comunicativa, es preciso que exista tanto una expresión como una interpretación. Es decir, no se podrá hablar de Arte si no se dan las dos acciones; tendríamos que llamarlo de otra manera.
La música es una forma de Arte, y por tanto de comunicación. De todas las artes, la música está clasificada como la más abstracta en oposición a las artes más prácticas, en cuyo extremo se encontraría el diseño, curiosamente al límite de dejar de ser considerado como un “arte” en sentido estricto.
La música comunica artísticamente con el “Lenguaje Musical” como el propio nombre indica. Es decir, la comunicación musical se sirve de los recursos (equivalentes a las palabras o frases en literatura, a colores y línea en pintura, o a planos y encuadres en el cine), que ofrece el lenguaje musical o Solfeo, que incluye acordes, escalas, ritmo, melodía, armonía, y muchos otros recursos más.
Los músicos comunican a través de esos recursos de manera artística como un pintor lo hace a través de los suyos. Kandinsky ponía el ejemplo de que un rojo brillante podía producir el mismo efecto -comunicar lo mismo- que un toque de clarín.
La poesía es un ejemplo más. En este caso los recursos consisten en versos, estrofas, rimas, métrica... Palabras, letra.
Hoy en día, “prácticamente toda la música tiene letra”. Y pongo esta frase entre comillas porque no estoy de acuerdo con ella en su sentido estricto, y al mismo tiempo planteo el problema: casi nadie hace música ahora, y aún mayor es el porcentaje de los que no escuchan música. El primer pensamiento que se nos viene a la cabeza de “¿cómo que no? si hoy hay miles de grupos de música, y todo el mundo va con el mp3 a todos lados”, es precisamente el segundo gran problema: no nos damos cuenta del primero.
La explicación de cada problema tiene a su vez la misma doble dimensión de la comunicación. Por un lado hay un problema en la expresión musical actual por parte de los “artistas”, y por otro, muy distinto, un conflicto en la interpretación (como recepción) de dicha música por parte del público.
Trataremos de profundizar en cada dimensión con detalle en los siguientes epígrafes. De momento cabe concluir el planteamiento base explicado hasta ahora: el arte sólo lo es cuando es comunicación, y la música sólo lo es cuando es arte. Por ende, la música sólo lo es cuando hay comunicación, en su doble dimensión: expresiva e interpretativa.
Después de mucho tiempo sin escribir, la situación me exige una entrada en condiciones. Entramos entonces en un círculo vicioso de indecisión y descarte. La única solución es en la que mis queridos profesores de CIE, Josean y Bea, nos insistían: escribir cualquier cosa, o escribir propiamente que estás bloqueado. Aquí está escrito lo segundo, y ahora voy a contaros lo primero que se me ocurre.
Mi tío Gustavo, marido de la hermana de mi padre, es ingeniero y propietario de una empresa de gas y electricidad en Melilla: Gaselec. Viaja mucho, le encanta viajar, y hacer fotografías. Tiene miles y miles de fotografías. Ésta última imagen es sobre todo la que tienen mis hermanos de mi tío, porque apenas saben en qué trabaja, sólo saben que viaja mucho, le encanta la fotografía, que tiene una autocaravana, que nadie hace las barbacoas como él, y que nos lo pasamos muy bien cuando nos visita.
El otro día, mi hermano pequeño Jorge, de 10 años confesó un pensamiento a mi madre en privado.
-Mamá, no sé si de mayor voy a ser turista o periodista.
Mi madre sin ocultar su risa, le respondió.
-¡Pero Jorge, qué dices! ¡Si turista no es una profesión!
A lo que Jorge respondió con intención de pillar a mi madre.
-¿Ah no? ¿Y entonces el tito Gustavo qué es?